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Fight fell [KHR]
(Escenas escritas para una parte 2 de una historia de wattpad que había escrito y se llama: Nuestro adorado cielo)
Cuidar de este chico no va a traer buenos resultados.
Ése había sido el pensamiento del Hitman, ex arcobaleno del sol.
Antes de que todo esto comenzará.
Antes de que todo este problema comenzará.
^#&*&#^
Le extrañaba verlo con esa apariencia o bueno no tanto si pensabas que estuvo encerrado en un frasco por unos años.
Aún así, según él, era irresponsable dejarle para cuidar a ellos a ese monstruo.
Pasara el tiempo que pasará.
Tuvo que apretar su puño para alargar esa poca tolerancia que tenía, para asombro de muchos.
Tenía que dar el "magnífico aviso" de su nuevo huésped, y aquellos incompetentes niños de jardín no podían quedarse quietos y en silencio por unos miseros minutos cuando estaban en una misma habitación.
Respiro profundo y observó por un segundo a su estudiante que estaba observando a sus propios guardianes con algo de pánico.
Si bien ese chico era el único candidato que pudo aparecer no se había comparado con el gran Cielo que habían...
Entrecerró sus ojos al pensar aquello.
Eso no importaba.
Carraspeo su garganta, sabiendo de antemano que aquello no llamaría la atención de aquellos incompetentes.
De un movimiento veloz de los que se conocía al Hitman número uno del mundo, tomó su arma y apuntó al techo disparando una sola bala lo cual provocó que el sonido retumbaba en toda la habitación.
Logró que todos voltean a observar en segundos con esa desfigurada expresión de temor palpada en sus rostros junto con la palidez apoderarse de sus cuerpos.
E incluso Mukuro y Hibari..
La expresión misma del terror.
Una de la que lastimamente no podría ser causante.
Y eso daba terror.
En ese instante se volteó sobre sí mismo apuntando a lo que antes le había estado dando la espalda como ignorante, palideciendo al instante como si hubiera visto un fantasma.
- Ya despertaste, ¿Te sientes bien? - Yurikiri habló entre medio de todo el silencio con el recién llegado, ignorando olímpicamente el hecho de que sus guardianes palidecieron de un segundo a otro y no pudieron reaccionar adecuadamente.
Ante aquella persona aún desconocida para él.
Un convicto de Vindice.
Aquello era lo único que sabía de él.
Una pálida mano era lo único que servía como apoyo a un flojo, delgado y a simple vista frágil cuerpo de lo que parecería ser un muerto en vida.
Vestido solo con una camisa a la cual le faltaban los primeros dos botones con manchas rojas transparentes que se mezclaban con el tono gris de la propia prenda, y unos pantalones negros que se notaba a leguas que estaban muy desgastados por el uso que le dieron.
Descalzo y con una mirada perdida en algún sitio lejano.
- ¿T-Tsuna?..
- Tsunayoshi...
Unos ojos perdidos que no parecían querer volver.
-*~*-
Los guardianes sólo reaccionaron a sacar sus armas en cuanto esa presencia aterradora había salido de la habitación en compañía del jefe de Vongola.
No pudiendo entender lo que sucedía.
- ¿E-ese... era... Juudaime?
Incluso las palabras parecían borrarse del sistema.
- Se encontraba... en Vindice...
- Esto es temporal.
Todas las miradas cayeron sobre el Hitman al escuchar su voz tan seria.
Aún así ninguno tuvo el tiempo de realizar alguna pregunta a ello.
- El lugar en que lo mantenían encerrado ya no está en condiciones, - Observó a cada uno endureciendo su rostro al recordar la poca información que le habían brindado. - por lo tanto se quedará con nosotros, a más tardar un mes, hasta que resuelvan el problema.
No se oía ninguna protesta por el hecho de que aún la noticia estaba siendo digerida.
¿En verdad... él era Tsuna?
#*$/^\$*#
Había tomado del brazo derecho pálido, frío, casi inerte de aquella persona quién aún no conocía.
No sabía quién lo había guiado desde la enfermería de la mansión hasta donde ellos estaban.
Porque el lugar era verdaderamente grande.
Incluso él se perdía aunque fuera su casa, a palabras de su tutor.
Ahora lo llevaba hacia el comedor del lugar porque esa palidez y delgadez decían todo.
Más el contrario la pregunta que le había hecho antes al verlo despierto no había sido respondida, incluso ni le dirigía la mirada.
Era como si lo ignorara.
Pero no se negaba a que lo ayudará a caminar o que lo guiará a algún sitio que desconocía.
Simplemente se dejaba jalar caminando con pasos torpes que no se le enredaban entre sí o eran arrastrados.
Era triste verlo de aquella forma.
No quería ni pensar en qué clase de lugar había estado viviendo.
Lo único que sabía de él era que "Es un convicto de Vindice" fuera lo que fuera eso y que se llamaba "Tsunayoshi", según había escuchado decir a Mukuro.
O tal vez no era su nombre y sólo lo llamaban así.
Fuera como fuera debería preguntárselo a él para saber, parecía haber una historia detrás.
Pero por el momento lo llevaría a probar alimento.
Llegaron finalmente a las escaleras.
Por lo que rodeó la espalda ajena con su brazo izquierdo y llevó a sus propios hombros el brazo derecho del otro, ayudándole poco a poco a bajar las escaleras.
No podía cargarlo en su espalda porque por más que fuera delgado él mismo podía apenas con su cuerpo.
A la mitad de las escaleras unos sirvientes de la casa lo vieron y subieron las escaleras para ayudarle hasta que le vieron el rostro al chico pálido.
Quedaron petrificados e incluso algunos se apartaron temerosos.
Era muy extraño por lo que cuando iba a preguntar salieron disparados hacia algún lugar.
Dejando que terminara la tarea que comencé sólo.
Llegando al final de las escaleras y caminando hacia el comedor.
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Todas las actitudes eran extrañas.
Las de sus guardianes, la de su tutor, la de los trabajadores de la mansión, todo era extraño.
De algo no estaba enterado.
Había ayudado al castaño pálido a sentarse al lado de él en una de las sillas de los costados de la enorme mesa.
Y las cocineras habían preparado el almuerzo y lo habían servido a lo largo de la mesa.
Sus guardianes y su tutor comían, pero con un comportamiento extraño ante sus ojos.
Él intentaba comer, pero apenas girando su rostro notaba que el muchacho pálido no comía y sólo observaba el suelo evitando las luces y la iluminación que entraba de afuera a través de las ventanas.
No comía y eso me preocupaba.
- Oye, ¿Cómo te llamas? - Intenté preguntarle sintiendo los saltos de sorpresa de algunos de mis guardianes en la mesa por romper el silencio incómodo que intentaban mantener.
Pero sólo recibí silencio de su parte.
- Yo me llamo Omoga Yurikiri. - Intenté presentarme al no tener ninguna reacción del contrario y continuar hablando con voz tranquila.
Pero sólo recibí la misma respuesta.
El silencio.
Mordi la piel dentro de mi mejilla sintiendo remordimiento por ello mientras observaba mi propia comida.
Ya ni siquiera tenía ganas de comer.
Mordí más fuerte la piel y apreté mis puños debajo de la mesa, no sabía porque pero me sentía inútil.
En un segundo me asuste al sentir una fría mano posada en la mejilla que mordía con fuerza.
Me precipité a voltear hacia mi izquierda, hacia el chico que era dueño de la fría mano el cual me observaba sin expresión, y con sus ojos perdidos.
La otra mano de él se movió lenta y de forma extraña hasta una de mis manos que apretaba con furia y la acarició de forma torpe y lenta.
Parecía perdido, ausente pero aún así ¿Sentía el dolor ajeno?
Voltee a ver a quienes son mis familia ahora encontrándome con que todos habían alzado sus armas hacia el chico a mi lado.
Observando alarmados sus movimientos.
En cambio volviendo a ver al castaño, esté simplemente los ignoraba dando caricias en donde yo ejercía dolor físico.
Era un muchacho extraño.
Afloje mi agarre cediendo a aquellas cálidas caricias.
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Era extraño pero terminé dando de comer al muchacho, que creo es más chico que yo.
En su comportamiento entendí que ya no sabía manejar sus manos y recordando las escaleras, tampoco sus pies.
Por lo que opté por tomar una cuchara y darle el puré de papas como si fuera un niño.
Y sorprendiéndome a pesar de mostrarse fuera de la realidad, del contorno, perdido, se dejaba hacer, se dejaba alimentar incluso más cooperativo que cualquier niño.
No decía una sola palabra, no se quejaba y no pedía más, simplemente esperaba en silencio a que le llevará alguna otra cosa para ingerir.
Incluso llegó a pensar con terror que si le diera una cucharada de clavos el contrario se la tragaría.
Fue horrible pensar aquéllo.
Pero estaba creyendo que el otro, por la forma de obedecer sin rechistar y en silencio, era capaz de dejarse mutilar.
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Me.. ahogó..
Me.. ahogó..
El aire.. es muy liviano.. no puedo... respirar bien...
¿Qué.. sucede?
¿Dónde.. ésta el agua?
¿Qué es.. esto?
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- Tienes que permanecer acostado y comer suficiente para recuperarte. - Habló el peli negro terminando de tapar al castaño con las mantas en aquélla cama.
El contrario simplemente observaba el vacío llegando a sorprender al jefe al de repente extender un poco su mano de la cama casi queriendo alzarla hacia el techo.
- Gao. - Un ruidito provocó que el de pelo negro perdiera su concentración del techo, creyendo que allí es hacia donde el contrario quería llegar, para que observara nuevamente la cama pegando un sobresalto al distinguir un animal de fuego justo al lado del castaño.
- ¡Wua! - Y cayendo al suelo de trasero sorprendido.
- Gao. - El pequeño y sorprendente animal de fuego se pegaba a las mejillas del castaño dando mimos y ronroneos a aquél rostro inexpresivo sin llegar a dar incentivos de estarse quemando. - Gao.
Un portazo repentino provocó otro sobresalto y un pequeño paro cardíaco en el peli negro.
- ¡Yurikiri!
- ¡Jefe!
- ¡Yuri!
Provocado por sus guardianes y tutor quienes entraban a la habitación armados y listos para atacar cualquier objetivo y amenaza contra su jefe.
Sólo observando un pequeño león de fuego parado frente a la cama en la que estaba el castaño observando el techo mostrando los dientes al sentir tanta amenaza hacia su dueño.
Advirtiendo que no se acerquen o los atacara.
- ¿Qué sucedió aquí? - Preguntó furioso el se sombrero apuntando con su arma hacia el animal hostil.
Atento a cualquier movimiento en falso de aquella criatura enlazada con una bestia incontrolable cuya cantidad de poder es desconocida.
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Se habían ido de la habitación luego de cerrarla con llave, de parte del patilludo, hacia la oficina del peli negro.
Quien estaba enfadado y extrañado de todo aquéllo.
Incapaz de saber porque no querían contarle todo lo que sucedía.
Al menos alrededor del chico pálido.
Si bien sólo era un niño quien había vivido una vida normal y de la nada era una persona importante del bajo mundo.
Porque un anillo brilló en sus manos.
No lograba entender nada.
Y a pesar del miedo no quería ser una persona ignorante sobre todo lo que sucedía, por lo que se hartó de estar en silencio.
- Reborn. - Preguntó ya cansado y decidido en preguntar, llamando la atención del Hitman el cual estaba perdido con la mente en algún lado al igual que los otros guardianes presentes. - Soy el único que no entiende del todo lo que sucede.
El mayor simplemente lo observó serio, al muchacho no debería importarle que le suceda a aquella cosa.
No lo conocía y tampoco tenía nada que ver con él.
No afectaría en nada el que conviva por quizás menos de un mes con el castaño.
Claramente si esté no lo ataca.
Ya que una vez vuelva a Vindice no lo volvería a ver o a tratar con él.
Era muy simple.
Y era verdad si quería hacerlo un buen mafioso, un buen jefe de la mafia debía informar de todas las cosas oscuras que atraía la mafia y de las cuales no podría huir.
Y él siempre pensaba que había que estar preparado.
El niño debía de estar preparado.
- Bien, te contaré todo.
Y con eso la historia debía seguir continuando.
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- ¿Quién es exactamente?, - Alzó una ceja el patilludo, casi con rabia, al preguntar al aire, o quizá a sí mismo, aquélla pregunta. - El Décimo Vongola. - Contestó casi queriendo apurarse e irse, fundido en recuerdos, quizá.
El más pequeño de la sala, el que no tenía idea, de nada más que el lugar desconocido del que venía el castaño, sintió en ese instante, que el pecho se le cerraba, del impacto de la no tan delicada respuesta dada.
- ¿Qué..? - Fue la sorpresa soltada que pudo formar con el aire que se le escapaba.
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Me.. ahogó.
Me pica.. mi cuerpo.
¿Qué.. es esto..?
Muevo mi mano.. y logro sentir algo suave bajo ella, no puedo tomarlo, pero está frío.
- Gao.
Escucho ese sonido y se me hace tan conocido.
No logro ver bien, mis ojos no quieren enfocar, sólo me dejan ver todo borroso, sólo esta todo blanco.
Hasta que algo se planta sobre mi cuerpo.
Y se acerca hasta mi rostro, dejándome sentir una suavidad y calor reconfortante, lo suficiente hasta que puedo enfocar y ver unos ojitos y un cuerpecito pequeño.
Ah.. es el perrito..
- ¡Gao, Gao!
Puedo sentir su áspera y pequeña lengua pasar por mi nariz y mis mejillas.
Parece que sí nos volvimos a ver.
- ¡Gao, Gao! - Parecías contestarme, casi sonriente.
Que lindo eres.
- ¡Gao!
Sólo digo la verdad.
Friega su pequeña cabecita contra mi mejilla.
Es tan cálido.
Dime pequeño, ¿qué es.. estó?
- ¡Gaao! - Saltó desde mi pecho hacia mi izquierda, no dejándome ver hacia dónde fue a parar desde donde estoy.
No puedo verte.
- Gao
¿Qué es lo que quieres?
- Gao.
Moví mis brazos y los apoyé sobre la cosa suave y fría bajo mi cuerpo.
Y comencé a ejercer fuerza para sentarme.
¿Qué era.. está superficie suave?
Y estas telas, ¿Están envolviendome...para qué?
Observé sentado hacia todos lados viendo borroso.
¿Ahora qué?
- Gao.
Lo escuché pero no pude verle, por la mala visión en todo esté blanco.
Pero pronto lo sentí sobre mi cuerpo de nuevo, al perro, justo sobre mis piernas.
¿A dónde vamos a ir?
- Gao
Pero no creo que funcionen.
El perrito brillante sólo observó hacia abajo, inspeccionando mis piernas.
- Gao. - Mencionó volviendo a verme.
Hace tiempo que no las uso pero si tanto quieres que lo haga...
Lo vi saltar de nuevo hacia mi izquierda saliendo de mi perímetro de visión.
Teniendo el momento para arrastrar mis piernas fuera de todas las telas frías y de la superficie suave.
Poniendo ambos pies en el suelo y dando un impulso para colocarme de pie.
Bien.. ¿Ahora.. qué?
- ¡Gaaaooo!
Bien, te seguiré.
- ¡Gao!
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Yamamoto.
Gokudera.
Sasagawa.
Bovino.
Ni siquiera Rokudo.
Ninguno quiso mirarme.
Pero, ¿quien los culparía?
Yo no, ya que me acababa de enterar de que el chico pálido con el cual todos los de la mansión mantienen todas las distancias que pueden, era literalmente su Jefe.
No le hablaban y salían corriendo.
Excepto mis guardianes.
Ellos sólo lo observaban atónitos al principio y ahora lo mantienen vigilado.
Si ese chico es el Décimo Vongola.. ¿Por qué yo también lo soy?
¿Si ya lo tenían para qué me buscaron?
- Es un asesino muy peligroso. - Había dicho mi tutor, casi como si estuviera respondiendo mis pensamientos. - Y estará con nosotros temporalmente en lo que Vindice logra reparar el estanque en el que lo mantuvieron.
Era el único que mencionaba palabras, los cinco guardianes presentes sólo se mantenían al margen observando hacia cualquier lado menos a él, o incluso perdidos en sus pensamientos.
¿Estanque?
Es la Mafia más peligrosa del mundo, claro que... aunque me da miedo pensarlo, el jefe debe ser un asesino a sangre fría.
¿Para ellos, porque eso estaba mal?
Si todos ellos.. asesinaban también, es así... lamentablemente.
- ¿Por qué es diferente con él?
No pude evitar obviar mi duda, escuchando las exhalaciones precipitadas de aire, sorprendidas.
Reborn sólo me observó sin ninguna emoción y se quedó en silencio.
- Tú no lo conocías antes.
Fueron las únicas palabras que le soltó el Hitman.
- Sawada Tsunayoshi. - Mencionó el mayor, sonando frío y quizás sólo un poco asqueado, provocando el temblor de varios en la sala. - Luego de estar inconsciente un tiempo por una herida casi mortal en una misión, - Se encaminó hacia los sillones de la oficina mientras los otros estaban simplemente de pie observando el suelo, a excepción de la Niebla que estaba apoyado en una pared y el Trueno que estaba recargado en el escritorio, los otros tres estaban de pie. - Despertó un día cualquiera y atacó a su familia. - Dijo claramente, algo demasiado simple de decir pero bastante complejo, el pelinegro hablaba como si fuera el acto a manos de una escoria, hablando con voz gruesa y apretando los dientes con furia, que no se daba el gusto de ocultar. - Los heridos no se despertaron hasta casi una semana después desde el ataque, si no fuera porque aún se sentían latidos en ellos ya los hubiéramos dado de baja. - Aclaró, observando hacia otro lado.
Y pensar que sus guardianes eran muy fuertes, que los hubiera vencido un muchacho pálido y en estado de muerto era imposible de imaginar.
No quiso preguntar pero a pesar de que el mayor tenía un aura que daba miedo él expuso sus dudas inocentes.
- Y.. ¿No pudieron ayudarlos los que lo mantuvieron encerrado hasta ahora?, ¿Los Vindice?
El contrario guardó silencio por un momento y por ello puedo hasta escuchar los latidos de las personas que estaban en ese lugar en un silencio doloroso.
- Vindice estuvo allí. - Reveló el Hitman, rompiendo el silencio del lugar y provocando la sorpresa en el menor, que no tomaba muy grave lo del castaño aún. - Como lo estuvieron los Arcobalenos, el grupo independiente de Varía, La familia Millefiore, La familia Shimon, La familia Cavallone, todos y cada uno de los aliados de Vongola fueron atacados por el que fue el Décimo Vongola.
Algo que realmente no se esperaba escuchar.
No podía escucharse más herido aquél hombre.
Y eso era.. muy extraño.
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¿A dónde es...que me estás llevando?
- Gao Gao.
¿Una oficina? Pero sigo sin saber bien en donde nos encontramos.
- Gao. - Dijo, sin voltear a verme y sin detenerse en su camino por el pasillo que no parece tener final.
¿Una Mansión?, ¿A quien veremos, es al dueño?
- Gaaoo.
¿Alguien importante?
-Gao.
¿No?, Bueno..
Pero.. ¿Para qué venimos entonces?
No me contestó pero se detuvo frente a una puerta casi de inmediato y me volteó a ver.
Golpeó su cabecita en la puerta frente a la que se había detenido.
Me hacía señas con su cabecita de que me acercará.
- Gao.. - Pronunció bajito, llevando sus ojos de mi hacia la puerta.
Di unos pasos y me acerque a la madera de la entrada hasta poder tocarla con las llemas de mis dedos, estaba fría, muy fría, y la puerta no se sentía como la madera.
¿Cuánto avanzó todo en lo que estuve dormido?
¿Una puerta de hierro?
¿Qué más ha avanzado?
La empuje con algo de dificultad y antes de que hubiera un espacio en el que pudiera caber, el perrito paso por el pequeño espacio que puede abrir.
Observando el suelo aún seguí empujando un poco más la pesada puerta hasta lograr un espacio en el que pudiera caber.
Pero antes de que pudiera entrar algo fue lanzado hacia mi dirección, por lo que agarré mi cabeza con ambas manos y me agache.
¿A alguien se le descontrolo algo?
Eso podría haber dañado a alguien.
Observé hacia atrás buscando con mi mirada cansada y borrosa qué había sido lanzado, diferenciando un jarrón quizá estrellado en el suelo.
Alguien podría haber salido muy mal de ese golpe.
- Hey, - Una voz habló, suave quizás, abriéndose paso en el silencio. - Deberías estar en cama. - Pronunció sin levantarse de su asiento.
Giré mi cabeza hacia mi espalda y observé sobre mi hombro el interior de la puerta que había movido.
Que extraño.
¿No se parecen... a algunas personas que he visto..?
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Las miradas de asombro y desconcierto, además de miedo mal disimulado, eran las que observaban al intruso recién llegado.
Era extraño observar allí.. de pie..
Con una piel ya no tan pálida como cuando llegó, pero aún así sin tener el color que debería.
Unos ojos aún llorosos y aún sin ese brillo con el cual los habían conocido y el cual no iban a tener jamás.
Y con aquél cachorro de león que los observaba expectante y amenazante, frente al recién llegado, ahora que ese Hitman había lanzado el florero.
Se habían quedado mudos.
¿Pues que iban a decir?
Pero..
Un paso fue dado.
Alertando a todos los presentes, obligándoles a colocarse de pie en segundos, quienes sacaron y aparecieron sus armas a la par, apuntando hacia ese hombre de ojos muertos que los enfrentaba.
Sin notar que el movimiento no fue de él, sino de..
- ¡No lo ataquen!
Ese grito los alertó, provocando que un par de armas fueron disparadas, una ilusión fuera creada y un rayo fuera lanzado.
Alertando a un animal furioso que se encontraba repensando sus actos.
No había sido buena idea llevarlo allí.
No lo querían allí.
Lo habían dejado sólo.
La furia lo dominó en segundos, provocando que el animal creciera, triplicando su tamaño, para recibir los impactos.
Él podía sentir que el ser detrás suyo estaba perdido, confundido y desolado, pero.. no sabía porqué.
Pero ahora podía hacerse a la idea de que su Cielo estaba en peligro.
Por ello mostrando los dientes y su potente figura, no pensaba moverse de en frente de Su Cielo.
No iba a dejar que le tocarán y lo hirieran, no de nuevo.
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Los ataques golpearon un objetivo y lo mantuvieron apresado.
He allí que cada uno estuviera alerta a cualquier movimiento siguiente.
No podían darse el lujo de asumir que ya había terminado.
El entrenamiento de los años los habían fortalecido para poder recibir a otro Cielo.
Intentando mantenerse erguidos en la espera.
Hasta qué hace medio año lo habían encontrado.
Y como no habían podido lograrlo ahora debían protegerlo.
De todas las potentes amenazas.
Incluso ésa.
Las miradas afiladas no se apartaban del objetivo que se encontraba detrás del humo.
Tampoco aquélla que observaba preocupada, aterrada y confundida al mismo tiempo en esa dirección.
Hasta que inevitablemente se disipó el estorbo, dejándo observar.
Esa mirada... aún apagada..
Con una llama en su frente.
Eso no era bueno.
Y un león repleto de fuego que ya había perdido su forma y mostraba los dientes relucientes aún.
Daba miedo.
El aire se hacía difícil de respirar, tanto para asustados como para sorprendidos.
El miedo latente corría por las venas de todos los presentes.
¿Qué estaba sucediendo?
¿Eso era medianamente normal?
- Oye, tranquilo, todo está bien. - Una voz rompió el silencio suavemente alzando ambas manos en son de paz. - Tranquilo, tranquilo.
El león repleto de llamas observó a quien se acercaba, mostrándole los dientes y retrocediendo unos pasos para rodear a la persona detrás de él.
Demostrando sus intenciones.
Proteger.
- Bajen sus armas - Pidió amablemente el muchacho, ahora hacia sus guardianes y tutor, los cuales le observaba sorprendido.
¿Qué acaso estaba loco?
¡Ese sujeto era un asesino!
- Yurikiri, ya te dije lo que hizo, mantente atrás. - Habló firme el de sombrero, volviendo su vista al frente. - Sabemos de lo que es capaz.
El más pequeño, de edad, observó de nuevo al muchacho detrás del león furioso.
Debe ser doloroso que tu familia te odie, ¿No es así?
Notaba que aquel no hacía nada, simplemente se mantenía parado detrás del animal, observando perdidamente hacia un lado.
El silencio del lugar dejaba saber que no podría hacer nada para ser escuchado.
Más en ese momento observó que aquel castaño hizo un movimiento que lo sorprendió.
Movió su rostro hasta su posición, como si lo estuviera observando y lo hubiera sentido.
Y en ese instante, se desplomó contra el suelo rápidamente y comenzó a llorar en silencio.
Podía notar las lágrimas caer de sus ojos mientras estos ahora observaban a la nada.
Él estaba sufriendo.
Y sólo él lo sabía, ya que el león no lo observaba.
Y sus guardianes sólo apuntaban, listos para atacar.
¿Por qué estaba sucediendo todo eso?
¿Por qué el mundo la tenía contra esa persona?
Uno en silencio siempre sufre solo.
No podría ser peor.
Estaban todos sentados en una mesa, incluido ese cachorro de león sobre las piernas del castaño con los ojos muertos.
No podía tornarse más incómodo u aterrador.
¿O si?
Nadie quería mediar palabra, porque sabían que tarde o temprano terminarían hablando del peculiar caso.
Y era como intentar evitar el tema que estaba de moda.
Algo prácticamente imposible.
El león parecía un simple gato con el castaño.
No se animaba a intentar acariciarlo por temor a que lo viera como una amenaza y lo atacara.
Mientras el castaño de piel blanquecina no hacía ningún movimiento.
Le parecía un poco preocupante pero no le molestaba alimentarlo si era necesario, llegaba a verlo como si tuviera un pequeño hermano, lo cual le agradaba teniendo en cuenta que es hijo único.
Pero como un chorro de agua fría le vuelve a la mente la charla que habían tenido hacía una hora atrás sobre que ese muchacho, ese que tenía a su derecha era mayor que él.
Pero no aparentaba más de quince años ¿Cuántos tendría sino?
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Había niebla en su mente, una que no quería disolverse por ninguna razón.
Eso solo lo dejaba con un actuar irregular en todo ese show.
No tenía un papel que seguir, ni un personaje que interpretar.
Estaba perdido y nadie sabía darle indicaciones.
Le dolía todo y no podía recordar qué era lo que lo tenía con un vacío en el pecho.
Sentía odio hacia sí mismo, no entendía muy bien si era completamente de su propia parte.
O si venía de afuera.
Quería volver.
Volver a estar sólo, a no pensar en nada.
Volver.. A ignorar todo..
La sensación de asfixia había aumentado y un dolor infundido sin explicación había comenzado a crecer desde que estaba en ese lugar.
Esas personas que sentía que conocía, podía ver, sentía, que le repudiaban.
Era algo malo para ellos y no podía recordar el qué o el porqué.
A pesar de las muchas personas que creía conocer de algún lugar, también había un niño.
Un niño inocente, amable, sin intenciones hostiles, siquiera hacia él.
Era muy extraño y algo reconfortante.
Sentía al perrito brillante sobre mis piernas, calmado, cálido y muy pequeño.
Volví mi vista de donde fuera que la tuviera fija, hacia el frente, recibiendo el rostro sorprendido y luego fruncido de un hombre con cabello plateado.
Él me miraba de forma hostil y sentía en él un remolino de otras sensaciones.
Como si me chocara una tormenta de agua.
Confusión, tristeza, miedo, odio, incomodidad.
Podía pensar que eran dirigidas hacia mi, pero no lo tenía muy claro en mi mente.
Apenas moví mi rostro unos centímetros más a mi izquierda, observando ahora a un hombre de cabellos negros muy corto.
Esté también me observaba frunciendo su ceño hacia mí
Lo había detectado porque el primero y ese se habían tomado repentinamente de las manos debajo de la mesa.
Confort, apoyo, amor, tranquilidad, comprensión.
Parecían tranquilizarse porque de un momento a otro las sensaciones que recibía de ellos eran completamente distintas.
De punzantes y amenazantes a cálidas y reconfortantes.
BNHA x KHR
Tsuna reencarna o se 'estrella' en el cuerpo de Izuku. (Dando como resultado mentes compartidas o una sola mente (de Tsuna))
Recuerda todo lo de su vida anterior; llamas, magia, muertos vivientes, ancestros, chiflados y mafia.
El tema es que se encuentra con Kawahira (El bastardo se le acerca como un pedófilo o su intuición lo lleva hacia él) quien le da su anillo doble y sus guantes o no.
Vindice existe en este mundo de héroes pero, como Kawahira le explica, no existen arcobalenos o llamas enteramente de conocimiento, por lo tanto puede que hallan portadores de llamas pero deben estar casi extintos o deben estar extintos (elige)
Vindice se entera de la llegada de Tsuna (Gran Cielo) y lo buscan (O él los busca, no se) y le ofrecen (extraño pero conveniente) apoyarlo pera evitar que Kawahira ponga sus sucias manos sobre la máquina del mundo. (Por favor Cielo ten tus ojos sobre él (Kawahira no está interesado en la máquina, por cierto))
Así que Tsuna vive su vida como Izuku (?
Y la parte a la que quería llegar:
Conoce que diablos es All For One y le pide amablemente a Vindice que se hagan cargo.
Lo cual All For One es poderoso y tiene muchos quirks pero Vindice son un grupo de muertos vivientes que se alimentan de una llama creada de la nada misma y compuesta de desesperación y odio por lo que no puede robarles nada (?
Final feliz y héroes confundidos plis